José Garrido Lapeña, veedor

2021

Millones y millones
de ventanas cerradas,
de levantados edificios ciegos,
sin que nadie se asome
para saber que el aire los rodea,
que hay un cielo de nubes viajando,
de sol, de noche,
con luna, con estrellas,
de tierra abajo con dolor,
de sueño.

Con éste poema de Rafael Alberti y éstas abiertas ventanas pensaba yo despedir el larguísimo 2020.
Pero la ambulancia de los bomberos hace un rato iluminaba mi calle recordando que pocas cosas cambian porque cambie el año.

Feliz Año.







2 comentarios:

Anaximandro dijo...

Bueno, que sean entreabiertas, porque ahí tienen un problema de hiper ventilación.
En cuanto a lo otro, cada año por estas fechas vuelvo a pensar que nos gusta creer que al superar ciertas barreras temporales que nosotros mismos hemos creado, se producirá el milagro de la purificación y un nuevo tiempo lleno de dichas nos espera por delante. Y no.
Un abrazo y que tengáis mucha salud y felicidad.

José Garrido Lapeña dijo...

, no, no, no.
No se si tienes toda la razón o no, pero estoy muy de acuerdo contigo (y ya te digo que no suelo estar tan de acuerdo con nadie, ni siquiera conmigo mismo); lo de la hiperventilación me parece importantísimo.
Un otro abrazo y la misma felicidad para vosotros.
La salud también